El Ayuno, un camino olvidado hacia la Salud

6302
“Los alimentos en la convalecencia fortalecen, en la enfermedad debilitan”. AFORISMO HIPOCRÁTICO

QUÉ ES EL AYUNO

El ayuno significa la abstinencia de todo alimento por un periodo definido de tiempo, durante el cual el cuerpo sólo se “alimenta” de agua y de sus propias reservas. Si introducimos alimentos en la dieta, por pocos que sean, o ingerimos cualquier otro líquido (caldos, zumos…), no hablamos propiamente de ayuno o ayuno hídrico sino de dieta de caldos, zumos, frutas, o crudos. Estas dietas también son muy beneficiosas para el cuerpo, pero su efecto es algo menor que el ayuno a agua, también conocido como dieta cero.

El ayuno hídrico o dieta cero consiste en mantener al cuerpo bebiendo agua mientras el organismo se alimenta de las sustancias almacenadas en los tejidos grasos, el hígado, el músculo y otras zonas del organismo. En esta situación el cuerpo no deja de comer, sólo se alimenta de sus propias reservas y orienta la energía vital hacia el proceso curativo.

Conviene recordar que el cuerpo no sólo necesita las sustancias nutritivas de los alimentos sino que además nos alimentamos de los cuatros elementos de la naturaleza: la tierra, el agua, el aire y el sol. Una persona sin comer puede sobrevivir varias semanas, sin beber varios días, sin respirar apenas unos minutos, si el sol no enviara su luz, energía y calor no podríamos sobrevivir ni el tiempo entre una inspiración y la espiración que le sigue. Aún cuando es de noche la otra mitad de la tierra está recogiendo su luz, energía y calor y vivimos de ello. Cuando más sutil es el alimento menos tiempo podemos sobrevivir sin él.

En la naturaleza, en el medio silvestre o salvaje, son muy frecuentes los periodos de ayuno. Los animales que hibernan (oso, marmota, lirón) se pasan largos periodos sin ingerir alimentos, sólo asimilando las sustancias nutritivas acumuladas en sus células, tejidos y órganos. Las semillas asimilan sus propias reservas para germinar o brotar en la primavera. Lo mismo sucede en el ayuno, mediante la autodigestión el cuerpo se alimenta de sus propias reservas. El organismo humano siempre tiene un depósito de reservas nutritivas para salir de un apuro de falta de comida durante varios días, o incluso semanas.

Si la situación de ayuno fuera perjudicial el género humano habría desaparecido de la tierra hace siglos, tras múltiples situaciones de hambruna o escasez vividas. Además, todos recordamos casos de personas que tras varios días sin ingerir alimentos y ni siquiera agua, son halladas vivas bajo los escombros de edificios derrumbados por terremotos o desastres naturales.

Por tanto, recalcar que con el ayuno el cuerpo no deja de alimentarse sino que se sustenta con sus propias reservas, a plato puesto. Se alimenta de su propio interior; de los alimentos depositados en sus propias células. Mientras existan reservas almacenadas en el cuerpo hablamos de ayuno.

En las primeras horas del ayuno el cuerpo consume el azúcar (glucosa) que fluye en la sangre y la almacena en el hígado y los músculos en forma de glucógeno, al que se le ha llamado también “almidón animal”. Posteriormente se sustenta de transformar, primero sus reservas grasas y finalmente las proteínas. Únicamente cuando las reservas se agotan, el cuerpo comienza a digerir las partes y órganos más vitales, este periodo es conocido como inanición. La inanición no aparece, en una persona con una constitución más o menos normal, antes de pasar cinco o seis semanas de ayuno. Sólo en personas “consumidas” por un proceso de enfermedad o la anorexia, por ejemplo, el periodo de inanición aparece antes. Mientras el ayuno, guiado por un médico especialista, es favorable a la salud, la inanición se convierte en un proceso grave que como resultado final provoca la muerte.

El cuerpo se cura cuando ayuna, pero enferma y muere en la inanición. Y un médico especialista en Ciencias de la Salud y acostumbrado a controlar ayunos sabe distinguir perfectamente el ayuno de la inanición. Son dos procesos totalmente distintos.

Durante el ayuno el fenómeno de la autolisis entra en acción. La autolisis o autofagia es la autodigestión y el autorreciclaje de las células y los tejidos con la ayuda de las enzimas intracelulares. Es un fenómeno que el cuerpo controla perfectamente y mediante el cual los materiales inútiles son digeridos en primer lugar. El ayuno, debido a que obliga al cuerpo a depender de sus recursos internos, fuerza la eliminación de los derrames, abscesos, depósitos, tumores y la reabsorción de tejidos perjudiciales formados con los años. Los tejidos y órganos enfermos son reparados empleando sus propios constituyentes que incluso se pueden utilizar para nutrir los tejidos más vitales.

El ayuno se convierte así en un tiempo de eliminación o “limpieza” interna. El organismo indica que no es momento de introducir comida sino de eliminar las sustancias de desecho y los residuos tóxicos acumulados con el tiempo. Algo así como “cerrado por limpieza e inventario” o “cerrado por reparaciones”. Las agresiones de la vida moderna son de por sí suficientes para producir una intoxicación corporal general, se exprese o no con síntomas de enfermedad. Y la capacidad desintoxicativa del ayuno pone en marcha la autolimpieza y autorreparación orgánica y ese ayuno puede abarcar desde 14-18 horas hasta varios días. Además, no es necesario enfermar para ayunar, saltarse alguna comida de vez en cuando es prevenir la enfermedad, y ya sabemos que es mejor prevenir que curar. Y para el sistema sanitario, con el enorme gasto actual, sería especialmente rentable.

El ayuno no es una técnica nueva. Desde hace miles de años culturas tanto de oriente como de occidente observaban diferentes periodos de ayuno. El ayuno es un camino olvidado hacia la salud.

El ayuno revitaliza al organismo, siendo el mejor de los remedios para elevar el nivel energético de la persona. Pero aún siendo el mayor medio que yo conozco de curación, es tan aparentemente simple, que en estos años de sobreabundancia de alimentos en occidente no se le ha dado ninguna importancia. En nuestra vida actual y en nuestro entorno rara vez le damos unas vacaciones al aparato digestivo que se ve sobrecargado de trabajo por el exceso de una alimentación no adecuada y artificial. El ayuno es una buena manera de “dar vacaciones” a todos los órganos digestivos, incluidos el hígado y el páncreas.

Toda curación no es tanto un acto médico sino un proceso biológico y el ayuno posibilita que el cuerpo ponga en marcha todos los procesos de desintoxicación, limpieza y regeneración. En este sentido el ayuno en si, realmente no cura. Es el cuerpo el que se cura mientras ayunamos. El poder de curación es siempre algo inherente al organismo vivo y ningún medicamento o médico puede llevarse los laureles de la curación. La curación es una cualidad de todo ser vivo, que mantiene en si mismo una parte de la capacidad curativa de las fuerzas de la Naturaleza y del Cosmos. 

Cuando una persona ayuna no gasta energía en el proceso de digestión y asimilación de nutrientes y esa energía que ahorra la invierte en los procesos de eliminación y autocuración. El cuerpo pone en marcha toda su gran capacidad de autorregulación y autocuración. Y con ello, podemos decir que el ayuno es Terapia Magna.

Durante el ayuno no es momento de comer sino de eliminar, renovar y regenerar. Todo ello se hace guiado por la inteligencia somática, esa misma inteligencia que hace que nuestro corazón lata, de día y noche, que nuestros riñones filtren la sangre de desechos, o que el hígado tome las sustancias necesarias para reconstruir el cuerpo y sus funciones y neutralice las sustancias tóxicas ingeridas. Esos mismos órganos, al no tener que trabajar en la digestión y asimilación de alimentos, recanalizan su energía hacia los procesos de curación. La inteligencia somática modifica el reparto energético en el organismo, canalizando la energía hacia las zonas donde la desintoxicación y curación son más necesarias.

La desintoxicación primera que ocurre durante el ayuno es la desintoxicación celular. Antes de que las sustancias de desecho y tóxicas sean eliminadas por los órganos de eliminación, tienen que ser expulsadas del interior de cada una de los millones de células y células que pueblan nuestro cuerpo. Desde el interior de las células las sustancias de desecho y tóxicas pasan al líquido extracelular, de éste a la sangre venosa o a la linfa y a partir de ahí a la circulación sanguínea llegando a los órganos de eliminación. El ayuno no sólo “limpia” los órganos de eliminación (hígado, riñones, pulmones, piel) sino que limpia todo nuestro “hogar” por dentro, ladrillo a ladrillo por así decirlo. Una vez avanzada la desintoxicación, el cuerpo puede comenzar la regeneración de las zonas enfermas. El cuerpo elimina los desechos y tóxicos almacenados y regenera las zonas enfermas, siempre que sea posible su regeneración. Este autorreciclaje se conoce como autofagia, y su estudio supuso el premio nobel de medicina para Yoshinori Oshumi en el año 2016. Oshumi mostró y demostró que especialmente el ayuno favorece la autofagia. Pero esta noticia no saltó a los periódicos ni a la TV, no fue de su interés.

Por regla general la eliminación de sustancias tóxicas y la regeneración del cuerpo se llevan a cabo especialmente durante el descanso y la noche. Durante el día la energía se desvía para el Sistema de Relación y debido a ello el cuerpo no puede desintoxicar, limpiar y curarse. Algo así como que durante el día nos desgastamos y “enfermamos” y durante la noche, al descansar, nos recuperamos.

Esto que en el ayuno sucede de forma concentrada y prolongada, acontece todas las noches. Durante la noche, cuando descansamos y dormimos el cuerpo ayuna, se limpia, desintoxica. En palabras de Rudolf Steiner, durante la noche, en el reposo, las fuerzas formativas, regeneran y reconstruyen el organismo. Durante estas horas de reposo y ausencia de comida toda la energía se dirige hacia la recuperación de lo gastado durante el día y a la regeneración de las zonas que han “enfermado”. Por eso, los bebés y los niños pequeños que necesitan mucha energía para sus procesos metabólicos y de crecimiento duermen mucho. Este tiempo de ayuno nocturno termina con el desayuno (des-ayuno) de la mañana.

Contrariamente a la idea que tenemos, el ayuno es más fácil de realizar de lo que imaginamos pues no se pasa hambre e incluso es corriente que el ayuno se acompañe de una sensación de tener el estómago lleno a pesar de solo ingerir agua. La sensación de hambre física pocas veces dura más de unas horas y en el momento que el cuerpo recurre a sus grandes recursos lípidos (grasos) desaparece dicha sensación. De ahí en adelante no hay sensación de hambre durante todo el ayuno, si bien algunas personas sienten algo así como “hambre psicológica”: es más una necesidad psicológica de querer comer que la necesidad fisiológica de comer. El cuerpo no tiene hambre.

Incluso, aunque parezca mentira, hay muchas personas que mientras ayunan disfrutan de ver comer a otras o de hablar de comida o recetas. O como ocurre en nuestro Centro de Salud Vital, de “aspirar” el olor de los alimentos recién cocinados. Todo depende del carácter de la persona, así como de la predisposición y los motivos para hacer el ayuno.

Con cierta frecuencia el ayuno viene acompañado de síntomas de desintoxicación y curación que confundimos con síntomas de enfermedad: nauseas, vómitos, dolor de cabeza, sensación de lengua blanca, boca pastosa, orina muy oscura y olorosa, aliento cargado, etc. Todos estos síntomas indican que el cuerpo se encuentra en proceso de limpieza y puesta a punto. Muestran además la capacidad del organismo de eliminar las sustancias de desecho y tóxicos ingeridos en forma de “comestibles”. Y todos sabemos, que muchos comestibles se pueden comer pero no nos nutren ni nos alimentan.

Cualquier persona que se prepare para ayunar no debe olvidar que con el sólo hecho de mejorar la alimentación y comenzar una dieta sana pueden aparecer síntomas de eliminación, de desintoxicación. Cuando la persona deja de tomar alcohol, café, fritos, grasas, embutidos, conservas, sal… y comienza a comer menos cantidad aparecen algunos de los síntomas que no son más que procesos de desintoxicación o limpieza. No deben confundirse con síntomas de enfermedad. Un alcohólico también se siente mal cuando deja el alcohol y su cuerpo comienza a desintoxicar. Con sólo volver a beber se le quitan todos los malestares.

También es normal que durante los primeros días de ayuno el cuerpo, que empieza a hacer un repaso a todo su interior, parece empeorar y los síntomas se hacen más fuertes, desagradables y molestos. Especialmente cuando hay enfermedades graves o crónicas. Es muy importante saber esto, que al principio todo parece ir a peor, porque si la persona no ve esto como parte del proceso de curación puede concluir que el ayuno es malo o perjudicial. Decir que el ayuno “me hace empeorar” o es malo, es lo mismo que decir que el alcohol o las drogas son buenas porque eliminan el síndrome de abstinencia. El cuerpo durante el ayuno empeora para curarse. Para eliminar los tóxicos antes hay que removerlos, y por ello durante los tres primeros días de ayuno pueden aparecer síntomas de eliminación.

Las enfermedades crónicas pueden comenzar a curarse cuando pasan por una fase aguda inducida por el ayuno. Cuando se ayuna con una enfermedad grave se puede pasar por una época más o menos larga de ligero aumento de los síntomas antes de sentir la mejoría del ayuno. La paciencia y el buen conocimiento de los procesos del ayuno son necesarios en estos casos.

También podemos contemplar el ayuno como una forma de descanso, es el descanso fisiológico, siendo el reposo una de las fuerzas más curativas de la Naturaleza. Durante la abstinencia de alimentos el cuerpo no gasta energía en la digestión y asimilación de nutrientes, descansa, y la energía ahorrada la invierte para curarse. Por eso aconsejamos llevar a cabo el ayuno en un periodo tranquilo y que se haga en unas condiciones adecuadas que permitan el reposo: en un lugar tranquilo y en un ambiente relajado, donde no te presionen para que comas y si es posible en contacto con la naturaleza ya que de esta manera nos podemos “alimentar” del contacto con la tierra, la naturaleza, el agua, el aire y el sol. En el sentido más profundo de la palabra, los cuatro elementos de la Naturaleza nos alimentan.

Durante el ayuno los órganos internos tienen más energía pero los músculos exteriores se quedan con poco impulso para el movimiento. Hay cierta sensación de cansancio y necesidad de descansar y llevar un ritmo más bien lento. El descanso es imprescindible durante el ayuno, especialmente en las personas con poca energía.

Para hacer un ayuno siempre es recomendable la colaboración y supervisión de un médico experto en el control y vigilancia de ayunos y dietas de desintoxicación. A veces pueden surgir complicaciones que sólo el médico experto puede resolver. La realización de un ayuno debe ser el inicio de unas pautas de vida más sana que mantenga los efectos beneficiosos del ayuno. Si tras hacer un ayuno volvemos a los viejos hábitos, los trastornos y enfermedades que curamos irán poco a poco reapareciendo. Tardarán más o menos tiempo, pero siempre acabarán aflorando.

CUANDO ES RECOMENDABLE EL AYUNO

Hablamos de ayuno en nuestra sociedad porque normalmente comemos en exceso e ingerimos muchas sustancias, que se pueden comer y beber, pero que no nos nutren ni nos sientan bien. No tendría sentido hablar de ayuno en los lugares de la tierra donde no tienen que comer y donde las enfermedades no son por exceso y derroche sino por falta, tanto de comida como de higiene.

El ayuno es recomendable después de largas temporadas de comer en exceso. También es conveniente ante un dolor físico o una enfermedad aguda: catarro, anginas, bronquitis, vómitos, diarrea… que muchas veces no son más que crisis curativas o reacciones de limpieza y regeneración orgánica e incluso psicológica y emocional. En general, todas las enfermedades se ven favorecidas por el ayuno terapéutico.

La falta de apetito en la enfermedad es parte de la reacción del cuerpo para curarse, es el mismo cuerpo el que nos dice que dejemos de comer. La desaparición del hambre indica que es un buen momento para ayunar, el cuerpo no quiere ingerir sustancias que le nutran, por el contrario necesita eliminar las que le están perjudicando. Muchas veces lo único que nos pide durante este tiempo es agua, durante unas horas o algunos días. Desaparece el hambre, se mantiene la sed y es momento de beber pero no de comer. Recomendamos un mínimo de un litro de agua al día durante el ayuno, como margen de seguridad, aunque los primeros días podemos beber según la sed que tengamos.

Los animales y los niños ayunan por instinto, dejan de comer cuando sus energías son necesarias en la desintoxicación y en relación. Ayunan en la enfermedad y en los accidentes.

ALTERNATIVAS AL AYUNO HÍDRICO


Hay ciertos casos en los que no se recomienda ayunar, por ejemplo en cánceres muy extendidos, enfermedades graves del corazón y en la insuficiencia renal. En estos casos, es mejor mantenerse unos días a frutas o ensaladas, con alimentos crudos, permitiendo con este tipo de dieta que el organismo ponga en marcha, en la medida de sus posibilidades su proceso de limpieza y regeneración. También cuando queremos o tenemos que seguir cierto ritmo de actividad diaria (física o mental) es preferible mantenernos a crudos (frutas, ensaladas, zumos de fruta, jugos de verduras, frutos secos), ya que al interiorizarse la energía durante el ayuno puede aparecer una cierta sensación de cansancio y la necesidad de mantener un ritmo más lento.

Con el tiempo frío podemos seguir ayunando con caldo de verduras caliente muy ligero o beber agua caliente o incluso ocasionalmente tomar infusiones suaves que nos sepan agradables sin necesidad de añadir azúcar o miel (manzanilla, menta poleo, melisa, anís, anís estrellado, hierbaluisa, regaliz…).

LA DESINTOXICACIÓN DURANTE EL AYUNO

Los residuos de las funciones celulares y las sustancias tóxicas acumuladas en el organismo son eliminados hacia el exterior a través de los Órganos de Eliminación, normalmente tras ser neutralizados. Eliminamos estas sustancias por los riñones (orina), el hígado y el intestino (bilis y secreciones intestinales), el pulmón (aliento), la piel (transpiración y sudoración). Esta capacidad de eliminación aumenta con el ayuno. La mayor parte de la energía del organismo se canaliza hacia su función de limpieza. En efecto, el organismo lleva siempre cierto retraso en su propia limpieza, y se pone “al día” mediante el ayuno.

En algunas personas predomina más la eliminación por la orina, en otros por la bilis, por el aliento o por la piel, dependiendo de su constitución, edad, carácter, bloqueos energéticos…etc. Durante los primeros días de ayuno la orina es con frecuencia muy oscura y olorosa. Cuando la vía de desintoxicación predominante es a través de los riñones la orina está muy cargada (con sedimentos), oscura y olorosa. Si destaca la eliminación por el aparato digestivo, pueden ocurrir síntomas como la boca seca y pastosa, lengua blanca, nauseas y vómitos. Si prevalece la eliminación por los pulmones puede haber un aliento fétido, intestinal o con olor a acetona. Si domina la eliminación por la piel, puede aparecer un aumento del olor corporal y del sudor, que no se elimina por muchas duchas que se dé la persona. 

El hígado desempeña un papel esencial en los procesos de purificación. Aunque no filtra la sangre (como hacen los riñones), cuenta con un sistema de macrófagos (leucocitos) por el que debe pasar el fluido sanguíneo. Por la sangre de la vena porta, que va del intestino al hígado, fluyen numerosas elementos extraños que los macrófagos devoran y destruyen.

BENEFICIOS DEL AYUNO

El ayuno bien llevado es verdaderamente efectivo para dar un buen reposo y repaso al cuerpo, es como la ITV que realizamos al cuerpo.

¿Y como se cura el cuerpo? El cuerpo guiado por su instinto somático siempre canaliza su energía hacia las zonas más necesitadas. El instinto somático es el médico interior que vela por la salud de todo el organismo.

El cuerpo busca su propio equilibrio, o la homeostasis interna de la que hablan los estudios de fisiología orgánica, y lo hace guiado por la propia inteligencia somática o instinto de conservación. El ayuno es una de las mejores técnicas para buscar la armonía interna perdida durante el proceso de la enfermedad.

Durante el ayuno el cuerpo no pierde nada que le sea vital. Sólo pierde lo que no es útil: grasa excesiva, incluida el colesterol depositado en los vasos sanguíneos, y sustancias tóxicas y de desecho acumuladas en el cuerpo durante años. Los órganos vitales quedan, mientras tanto, intactos.

En general, todas las enfermedades se ven favorecidas por el ayuno. Aunque, como hemos dicho antes, en realidad el ayuno no cura nada; es el cuerpo el que se cura en el proceso de ayuno. Todo organismo vivo tiene el poder de autocuración como parte del poder de curación y regeneración de la Naturaleza de la que forma parte. Cuando permitimos que las fuerzas de la naturaleza y del cosmos “pasen” a través de nuestro ser nos vamos curando.

Todo lo que ocurre cuando una persona ayuna es que al poder curativo ya presente y activo dentro del cuerpo humano se le presenta una mejor oportunidad para realizar su trabajo, en parte pendiente. Al no ingerir comida canaliza su energía hacia la eliminación y regeneración celular, pudiendo recuperar el tiempo atrasado en la eliminación por sobrecarga de los órganos de eliminación.

EL AYUNANTE NECESITA DESCANSO

Estas son los espacios de descanso necesarios durante el ayuno:

  • Físico – Reposo
  • Sensorial: calma y silencio
  • Emocional: expresión emocional, serenidad
  • Mental: interiorización, meditación. (Se toman grandes decisiones)
  • En la relación con los demás (incluido en lo sexual)

En el cuadro anterior vemos todos los espacios necesarios para el descanso durante el ayuno. Si los atendemos toda la energía que ahorramos es invertida en el proceso curativo. ¿Y como se cura el cuerpo? La inteligencia interna del organismo es la encargada de hacerlo, eliminando las barreras que impiden el desarrollo de la salud. Además debemos favorecer los llamados Factores de Salud: alimentación sana, ejercicio, reposo, respiración profunda, tomar el sol (cuando no quema), expresión de las emociones, relaciones humanas más auténticas, búsqueda de un sentido de vida,…

EL AYUNO EN LOS ANIMALES

El hombre es el único ser vivo que come aunque esté enfermo, no tenga hambre o la comida le produzca nauseas. Los animales salvajes dejan de comer o ayunan temporalmente cuando son capturados y puestos en cautividad.

El ayuno es frecuente en el mundo animal y ellos dejan de comer, incluso durante varios días por la nieve o cuando las condiciones climáticas son totalmente adversas. Los animales domésticos pueden dejar de comer varios días cuando se les cambia a un nuevo medio o lugar desconocido para ellos, el estrés les produce una disminución del apetito y no tienen ganas de comer. Toda la energía está centrada en el Sistema de Relación, en hacer frente al estrés y no hay la suficiente energía para la digestión, absorción y asimilación de los nutrientes.

Los osos hibernan y no comen durante este periodo, los largos meses de invierno. En la hibernación hay un metabolismo reducido y las funciones se aminoran. Disminuye la respiración y la circulación y el cuerpo vive de las reservas almacenadas durante el otoño. El oso negro ruso se adormece hacia finales de noviembre y alimentándose de sus reservas no se despierta hasta marzo, al principio de la primavera. Durante este periodo de tiempo puede perder hasta el treinta o cuarenta por ciento de su masa corporal.

Muchos animales ayunan durante la época de reproducción: la foca de Alaska ayuna durante los tres meses de celo, el salmón durante la migración desde el mar hasta las fuentes de los ríos. El león marino realiza una tremenda e incansable actividad sexual durante veinte o treinta días durante los que no ingiere ningún alimento.

El salmón ayuna durante su migración del mar en que se encuentra hacia el nacimiento de los ríos, con gran esfuerzo y luchando contracorriente. Pierde su grasa durante este viaje que dura meses. Aunque flaco por el esfuerzo realizado da prueba de su resistencia y habilidad para superar los obstáculos que va encontrando corriente arriba. Aquí, al igual que el resto de los animales la energía no proviene del exterior sino de la utilización, a “plato puesto”, de los depósitos de nutrientes y de los tejidos internos del organismo.

A las playas de las islas situadas frente a las costas de California y Méjico llegan cada mes de diciembre los machos de elefantes marinos provenientes de las regiones septentrionales donde libran duras y mortíferas luchas para el dominio territorial y sexual. Este periodo también es de completo ayuno y al finalizarlo los machos y las hembras han perdido cerca de la mitad de su peso.

Señala Albert Soesman que el cangrejo tiene un caparazón duro que le impide crecer y cuando llega a un cierto tamaño, deja de alimentarse durante varios días. Entretanto todo lo que es duro, principalmente lo calcáreo, se licua y va a depositarse en la pared del estómago en forma de innumerables “pequeñas piedras de cangrejo” u “ojos de cangrejo”, llamados así porque tienen la forma de un cristalino. En ese momento el cangrejo puede volver a aumentar su tamaño un poco. Y después la sustancia calcárea se va a disolverse en la pared de su estómago, y vuelve hacia la periferia, donde forma un nuevo caparazón, más grande esta vez. El cangrejo, como un verdadero mago, materializa y desmaterializa su caparazón mientras ayuna durante unos días.

El pingüino macho de Adelia, una clase de pingüino, suele ayunar durante las dos primeras semanas de incubación, y permite que la hembra regrese al mar a alimentarse y bañarse. Existen casos documentados en los que el macho ha ayunado durante el periodo de establecimiento y defensa del territorio de anidación, el ritual de apareamiento y el periodo de puesta e incubación de los huevos. Cuando le llega el turno a la hembra, el macho va hasta el distante mar para alimentarse y no tarda en recuperar la grasa perdida.

La foca de Alaska se abstiene de alimentos durante los tres meses que dura el celo. Aunque haya abundante comida a su alcance, de mayo a agosto ni come ni bebe. Sin embargo, la foca macho se bate para formar su harén y conservarlo, permaneciendo en alerta y mientras tanto apenas duerme. Después de este periodo de agotamiento se aleja de la orilla y duerme durante dos o tres semanas y solo tomará alimento al finalizar esta recuperación energética.

Cuando la marmota hiberna la respiración se le vuelve más lenta al igual que la circulación y entra en una situación de letargo. Baja mucho su metabolismo y puede pasar el invierno sin debilitarse mucho. Con el calor primaveral se reaniman sus funciones circulatoria y respiratoria. El lirón de Europa, pequeño roedor, hiberna durante cinco meses, en otoño e invierno. De esto surge la expresión popular de que alguien duerme más que un lirón o una marmota.

Los murciélagos también hacen un ayuno de unos meses mientras se agrupan para hacer frente y protegerse ante la intemperie.

Otros animales reducen, por el contrario, su alimentación durante el calor del verano, se trata así de la estivación, especie de adormecimiento que provoca un amodorramiento destinado a protegerse del calor. Igualmente se reduce la respiración o la circulación de la sangre. Estivan así ciertos peces obligados a sobrevivir en ríos secos durante los veranos tórridos de ciertos lugares del planeta. Durante todo el periodo de sequía y hasta que vuelve la estación de lluvias, los cocodrilos aminoran sus actividades fisiológicas al mínimo necesario para sobrevivir.

La falta de alimentos es también una invitación a la estivación. Algunos mamíferos de regiones desérticas, sobre todo herbívoros, disminuyen su metabolismo cuando se reduce su alimentación. Entran entonces en una especie de letargo, que no es un verdadero sueño sino un auténtico ayuno.

Ciertos animales, como los reptiles, se alimentan de forma irregular y el espacio entre dos comidas consecutivas puede ser de varios meses. Otros se abstienen de alimento después de su nacimiento. Los pollitos salidos del huevo viven de sus propias reservas durante los tres primeros días, y no comen ni beben.

Como vemos el ayuno es frecuente en el mundo animal y muchos estudios realizados con animales indican que cuando son subalimentados se prolonga el tiempo de vida, al contrario que cuando son sobrealimentados.

LOS GRANDES EFECTOS DEL AYUNO

  • Degrada o descompone las grasas acumuladas, lo que ocasiona una rápida pérdida de peso.
  • Elimina el exceso de agua retenida por el cuerpo con el fin de disolver las sustancias tóxicas ingeridas y diluir drogas o medicamentos químicos.
  • Aumenta la cantidad de orina eliminada o diuresis. Esto explica la gran cantidad de peso perdida por algunas personas durante los primeros días de ayuno.
  • Se reabsorben los depósitos de colesterol en las arterias. Este es un hecho científicamente comprobado.
  • Desvía la energía utilizada en el proceso digestivo hacia la eliminación de sustancias de desecho. Pone al día el retraso crónico del cuerpo en el proceso de desintoxicación como consecuencia de una alimentación excesiva y poco adecuada, que sobrecarga los órganos de eliminación (especialmente hígado, riñones, pulmones y piel) y hace que pierdan eficacia. El ritmo de vida, los factores psicoemocionales y el estrés agotan también al cuerpo y a sus órganos de eliminación y ponen barreras a su buen funcionamiento.
  • Desvía la energía utilizada en el proceso digestivo hacia los tejidos y órganos que necesitan ser reparados, regenerados y revitalizados.
  • Al ayunar permitimos que el aparato digestivo descanse verdaderamente, con lo que puede “poner al día” sus funciones y recargar sus energías.
  • El cuerpo se alimenta de las reservas menos vitales lo que favorece con frecuencia una desintegración de quistes, abscesos, bultos y tumores benignos. Incluso es terapéuticamente eficaz sobre los tumores malignos.
  • Durante el ayuno, el organismo degrada y quema las sustancias no esenciales para obtener energía y una fuente de material energético no esencial es el tejido enfermo, como los tumores.
  • Cuando el organismo físico no tiene comida del exterior, los tejidos son utilizados en orden inverso a la importancia que tienen para el organismo. Primero se utilizan los menos vitales y luego los más valiosos en el mantenimiento de la vida. La grasa es el primer tejido en desaparecer. Para suministrar nutrientes a los tejidos más vitales, como el cerebro, los nervios, el corazón y los pulmones, se utilizan las reservas almacenadas antes de utilizar cualquier tejido funcional del organismo.
  • Durante el ayuno, la capacidad del organismo para disolver los coágulos aumenta considerablemente. Este proceso, denominado fibrinolisis, no permite que se formen trombosis o embolias. Tras un accidente cerebrovascular el ayuno se presenta como terapia de primera línea por su gran efecto anticoagulante.
  • El ayuno aumenta también la capacidad del sistema inmunitario del organismo.

De todas maneras no podemos olvidar que el cuerpo no tiene un poder de recuperación ilimitado y por ello es mejor prevenir que curar. Conforme avanza la vida, los poderes de curación disminuyen. No todo se puede llegar a curar, ni siquiera con el ayuno. El ayuno solo cura lo curable.

Dr. Karmelo Bizkarra Maiztegi

Director Médico del Centro de Salud Vital Zuhaizpe

Autor del libro “El poder curativo del ayuno”