HORMESIS. LA HISTORIA DETRÁS LA “DOSIS” (PARTE II)

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En el artículo “HORMESIS Y FITOQUÍMICOS. La microdosis en los alimentos que nos protege. (Parte I)” que os presenté recientemente, tal vez ya nos sorprendiera el conocer que se entiende por hormesis, “proceso en el que la exposición a bajas dosis de agentes químicos o factores ambientales que son dañinos a dosis superiores, inducen un efecto beneficioso adaptativo en las células o en el organismo”. También me ha parecido muy interesante y sorprendente el conocer la historia del concepto de la “dosis respuesta”. Una vez más, adentrarnos en la historia y en el análisis de la evolución de un concepto, explica, como es el caso, el porque de la preponderancia y prevalencia de una idea, de un concepto, que al desgranarlo tiene mucho de gratuidad y de presunción y, en consecuencia, de efectos colaterales más bien negativos.

Edward J. Calabrese, en su artículo “Hormesis: recorrido y progresión hacia su relevancia” [i] nos describe el concepto de dosis respuesta y de su evolución histórica, así como su papel central en la biología, la medicina y la salud pública. Con H.J. Muller y sus investigaciones sobre la radiación y la transmutación de los genes en los años 20 y 30 del siglo pasado, se propuso la “Regla de la Proporcionalidad” por la que la dosis respuesta a los rayos-X producía una mutación de carácter lineal para todo tipo de células. Esta perspectiva llevó consecuentemente a la creación del modelo lineal sin umbral (LSU o MSLU) (LNT en inglés, Linear Non Thresholdmodel) que postula que toda exposición a las radiaciones es perjudicial, independientemente de cuan baja sea la dosis, y que el efecto es cumulativo a lo largo del tiempo. Estos conceptos eran producto de una serie de suposiciones por las que cualquier daño genético era irreparable, irreversible y cumulativo. Esto llevó a la creencia de que la dosis respuesta sería lineal para las radiaciones ionizantes, así como para las mutaciones inducidas por sustancia químicas.

Sin embargo, y en contraposición a la teoría desarrollada a partir de las investigaciones de H.J. Muller, muchos años antes, Hugo Schulz, en los años 80 del siglo XIX, durante su investigación de los efectos de una serie de desinfectantes sobre el metabolismo de unas levaduras, pudo describir y establecer la respuesta a la dosis bifásica, en la que, dentro de un modelo de respuesta hiper-compensatoria (overcompensation) a una disrupción inicial de la homeostasis celular, el organismo desarrollaba un daño inicial al agente tóxico y respondía a dicho daño con una reparación modesta compensatoria, es decir, una estimulación a una dosis baja de tóxico.

A pesar de que este descubrimiento fue replicado por varios autores independientes en diferentes investigaciones llevadas a cabo, comunicando resultados similares de carácter bifásico en los campos de microbiología, botánica y entomología, usando numerosas sustancias químicas y radiaciones, que llevaron a su amplia difusión y generalización, Schulz cometió un error fundamental (según Calabrese) que fue asociar su descubrimiento de la respuesta dosis bifásica, inmediatamente después, con la práctica de la homeopatía, afirmando que había descubierto su principio explicativo.

Se trataba de un momento en el que estaba teniendo lugar un conflicto intenso, en el que los líderes de la medicina oficial desafiaban y ridiculizaban los principios y métodos de la homeopatía. Hemos de pensar que en EEUU existían 23 facultades de medicina homeopática a principios de 1900, de las que tan solo quedaban 3 veinte años después. Esta extraña coincidencia histórica y la acción de Schulz asociando el concepto de hormesis a la homeopatía hizo que tanto la aceptación de este concepto, como la carrera profesional de H. Schulz, sufrieran un duro golpe.

Esto tuvo como consecuencia que la hormesis como principio fundamental en biología, producto de la selección natural y ampliamente conservado en muchísimas especies, fuera prácticamente abandonado e infravalorado hasta prácticamente los años 70 del siglo XX. Es a partir de entonces que el trabajo de autores como T.D. Luckey, de la U. de Missouri, con respecto a la radiación ionizante, T. Stebbingde la Plymouth Marine ResearchStation (RU) que estudió la toxicología marina y los metales pesados, y E. Szabadi de U. de Liverpool que documentó un gran número de respuestas farmacológicas de carácter bifásico, colocándolas dentro de un marco de receptores, facilitaron los fundamentos intelectuales clave para la transformación de la respuesta de dosis bifásica, teniendo como consecuencia la primera conferencia sobre hormesis en Oakland, California, en agosto de 1985.

Es difícil de creer e imaginar, pero así fue durante muchas décadas. Este principio básico de la biología, la medicina y la salud pública, permanecieron olvidados debido, en gran parte, al largo conflicto entre la medicina oficial y la homeopatía, lo que llevó a la exclusión del concepto de hormesis de las actividades científicas principales.  Fue excluido de la financiación para la investigación e investigadores de prestigiosas instituciones fueron desalentados de estudiarla.

Es una gran ironía, y triste de comprobar, que las luchas entre la medicina oficial y las medicinas llamadas alternativas o complementarias, que tuvieron lugar en aquel entonces, hablamos de más de un siglo, siguen repitiéndose y teniendo lugar en la actualidad, obstruyendo el desarrollo de nuevas visiones, líneas de investigación y de mejoras en el ejercicio de la medicina para la resolución de diferentes patologías y problemas de salud pública.

Al mismo tiempo, este cambio de valoraciónde la dosis tiene otra consecuencia. Cuando valoramos los riesgos, como sería el caso de la toxicología, del efecto en nuestro organismo de diferentes sustancias tóxicas, e intentamos determinar los niveles seguros de los mismos, en los alimentos, en el medio ambiente, en el traajo, etc., para prevenir daños en nuestro cuerpo, siempre partimos de la relación dosis respuesta siguiendo el modelo del umbral (threshold) o del modelo lineal sin umbral[ii]. Estos dos modelos se han convertido en dogma, y para E.J. Calabrese y L.A. Baldwin, la comunidad científica de la toxicología ha hecho un error histórico en sus años formativos al aceptar ciegamente el modelo de umbral, llevando a múltiples confusiones, tomándolo como modelo principal, cuando en múltiples ocasiones es excepcional, y negando la importancia del modelo de respuesta a dosis bifásica u hormética. Las implicaciones y consecuencias de dicha decisión son inmensas, ya que se ha podido estudiar más de 5000 casos de respuestas horméticas, en la que bajas dosis de agentes como el cadmio, dioxina, sacarina rayos-x, etc., reduce los tumores en varias especies, aumenta la expectativa de vida en algunas, estimula el crecimiento, etc.

Un gran número de experimentos toxicológicos no están diseñados para evaluar la respuesta hormética en diferentes organismos, lo que le hacen incapaces de dilucidar el modelo de hormesis y valorar objetiva y científicamente sus riesgos. Hemos de recordar que la dosis respuesta afecta prácticamente todos los aspectos de la toxicología, la farmacología, la epidemiología y la evaluación clínica, nos recalcan los autores. Estos proponen un cambio de paradigma que suponga un cambio de creencias, de actitudes y de presunciones en las ciencias biológicas, que no será ni está siendo nada fácil. “Un reconocimiento amplio de la perspectiva hormética, probablemente supondrá una gran mejora de las bases evolutivas de las respuestas adaptativas, de los fundamentos científicos de la valoración de riesgos y de la medicina clínica”.

Valencia, 12 de julio de 2021.

Francisco Mata Rabasa, Médico naturista.


“[i]Hormesis: Path and Progression to Significance”. Edward J. Calabrese

Toxicology, University of Massachusetts, Environmental Health Sciences,

Int. J. Mol. Sci. 2018, 19, 2871

[ii] “Toxicology rethinks its central belief. Hormesis demands a reappraisal of the way risks are assessed” (“La Toxicología se replanteasucreencia central. La hormesis exige una reevaluación del modo en que los riesgos son valorados”).Edward J Calabrese andLinda A Baldwin. NATURE|VOL 421 | 13 FEBRUARY 2003, 691.