Analogía y homeopaticidad. A propósito de COVID19

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Introducción

Desde al menos Hipócrates, 2400 años atrás, en el tratamiento de afecciones se emplean agentes de efecto contrario o semejante a sus manifestaciones.

La observación de Hahnemann, hace unos 230 años, de que la quina produce síntomas similares a los del paludismo, y su interpretación de que a ello debe sus propiedades terapéuticas en dicha afección, se considera el punto de partida de la homeopatía.

El término homeopatía se ha desvirtuado hasta incluir casi cualquier cosa que se presente en gránulos, se anuncie como natural  y/o se tome en dosis pequeñas. Desprovistas de legitimidad y método, las seudohomeopatías de perfil consumista suplantan en la atención pública, actividad asistencial profesional, centros académicos y circuitos de investigación a la auténtica. Sirven, además, como señuelos útiles para su indiscriminada persecución y eliminación.

Preguntas

Partimos de una evidencia basada en la medicina: agentes terapéuticos producen efectos similares a los síntomas de las afecciones que tratan, con independencia del efecto inmediato intentado (contrario, semejante, heterogéneo…) y de su ámbito de aplicación.

Surge una pregunta:

1. ¿Se puede emplear tal relación de similitud en forma segura y efectiva?

La homeopatía clásica consiste en eso. Su propuesta principal es que, bajo determinadas condiciones y método, es seguro y efectivo tratar a pacientes con agentes que producen síntomas similares a la afección. Síntomas en sentido ampliado, que incluye cualquier manifestación de la enfermedad.

La aceptabilidad de una propuesta depende, entre otros, de que la información, datos, observaciones y experimentos que la sustentan sean reproducibles o, al menos, contrastables con lo observado y experimentado en otros ámbitos. En abordajes médicos convencionales y no convencionales se constata, ciertamente, el fenómeno: agentes terapéuticos y dolencias comparten síntomas. No obstante, no es objetivo prioritario investigarlo.

No corresponde aquí extendernos sobre la crisis por la que atraviesa lo que ha dado en llamarse medicina basada en la pomposa evidencia, en su propio campo de aplicación. Plagada de ambigüedades, limitaciones epistémicas y metodológicas, trampas, manipulación y corruptelas, una diosa con pies de barro se tambalea. Por otra parte, es llamativa la incongruencia de pretender que solo sean aceptables en “ciencia” metodologías de estudio creadas desde (y aplicadas en) el paradigma analítico, mecanicista y reduccionista dominante en medicina. Si queremos estudiar propuestas de investigación planteadas desde enfoques sistémicos, dinámicos y holísticos de salud, enfermedad y curación tendremos que adecuar metodologías. En su cerrazón, el desatino pide (a menudo, exige) algo más que la luna: que un microscopio mapee el cosmos.

Volviendo a la reproducibilidad de la analogía entre fármacos/agentes terapéuticos y dolencias:

2. ¿Producen los agentes de efecto “contrario” síntomas similares a las afecciones en las que son empleados?

Publiqué sendos artículos de lo que, a falta de mejor término, llamé homeopaticidad de la terapéutica convencional1, 2. Me referí a diferentes grados, niveles y mecanismos de similitud entre efectos paradójicos (análogos) de fármacos y las afecciones en las que se aplicaban y –en su mayoría– se siguen aplicando. Ello invalida una interpretación simplista del principio de similitud, lo que incomoda tanto a homeópatas como a alópatas. El asunto se complica aún más en la medida en que el mismo se produce no solamente entre fármacos/agentes medicinales y dolencias, sino también entre afecciones distintas pero con manifestaciones similares, que pueden concurrir en el mismo paciente.

Debo insistir: no afirmo que un antihipertensivo al uso actúe homeopáticamente por su potencial exhibición de síntomas similares a, por ejemplo, una crisis hipertensiva. Simplemente, que los exhibe. Y que debería prestarse más atención a ello.

En esta comunicación, presento analogías existentes entre la pandémica enfermedad por coronavirus (COVID19) y algunos agentes empleados hasta finales de enero de 2021 en ámbito convencional con mayor o menor fortuna, duración y extensión. Tal relación es meramente nominal. No pretende inferencia alguna ni respecto a la posible aportación a su efecto terapéutico (en cualquier sentido) de su posible homeopaticidad, ni al desconocido impacto en el beneficio o perjuicio globales de los pacientes tratados. De nuevo, todo queda pendiente de investigación.

Reflexión

Cualesquiera sean el valor y la utilidad que posibles, aunque improbables, investigaciones futuras otorguen al fenómeno, vemos también analogías entre la COVID19 y sus tratamientos. Más de dos siglos después de la referida observación relativa a la quina, la terapéutica convencional continúa ofreciendo muestras de la semejanza entre fármaco y enfermedad. Desde tratamientos bien asentados en práctica clínica hasta los experimentales. Esta relación no queda anulada por el hecho de que, a diferencia de las personas preferentemente sanas de las experimentaciones homeopáticas, sean generalmente pacientes en tratamiento con tales agentes quienes, a veces, exhiben los efectos “paradójicos”, es decir, similares a la afección tratada.

La investigación del potencial beneficio del empleo del principio de similitud debe incorporar el bagaje aportado por 8 generaciones de prácticos clínicos en el campo de la homeopatía clásica, las aportaciones desde ámbitos médicos no convencionales como higienismo y naturismo, y las del ámbito convencional. Éste viene estudiando las múltiples variables y modos condicionantes del efecto farmacológico similar, como hormesis; la diversidad de respuesta dosis-, concentración- y receptor-dependiente; los predictores de predisposición y respuesta individuales (sistema HLA, farmacogenómica…); la importancia del terreno (edad, sexo, estado nutricional, factores ambientales, tratamientos previos…), condicionando efectos contrarios ante el mismo agente, y otras aportaciones más recientes.

   Cuando hablamos de salud, enfermedad y curación en medicina hablamos de personas. Es decir, de sistemas adaptativos complejos en continua, dinámica e integradora interacción con sus medios externos e internos. La fragmentación de fenómenos complejos para el estudio aislado, descontextualizado de sus partes deviene a menudo insuficiente para su comprensión y manejo. Nos aleja también de la realidad del paciente concreto, en la medida en que éste es sustituido por abstracciones genéricas, apilamiento de mecanismos y abordajes terapéuticos estandarizados. Corresponde entonces ampliar visión y metodologías. El empleo de agentes terapéuticos de efecto similar a la afección es fenómeno complejo donde los haya.

Queda mucho por hacer. Ayudarán, entre otras necesarias, aportaciones aplicables a la medicina desde la llamada ciencia de la totalidad3. Serán decisivas la cancelación de prejuicios infundados; la liberación política y social de la insostenible presión “científica” del Mercado; la puesta de recursos al servicio de las necesidades sanitarias reales, y la resuelta disposición de una Medicina autónoma a buscar soluciones al margen de intereses ajenos al bien del paciente.

Analogías en COVID19

  1. COVID19: síntomas/signos frecuentes y raros (Fuente: Organización Mundial de la Salud):

Fiebre, tos seca, cansancio, confusión, irritabilidad, merma de conciencia.

Ansiedad, depresión, trastornos del sueño.

Dificultad para respirar o sensación de falta de aire, incapacidad para hablar o moverse, dolor u opresión en el pecho. Dolores musculares o articulares. Escalofríos, vértigo, Congestión nasal, cefalea, conjuntivitis, dolor de garganta. Pérdida de apetito, transaminasas elevadas, náuseas o vómitos, diarrea.

Pérdida de gusto y olfato, erupciones cutáneas, cambios de color dedos manos y pies.

Enfermedad tromboembólica venosa, accidentes cerebrovasculares.

Inflamación del cerebro, estado delirante, lesiones neurales.

  • FÁRMACOS: efectos adversos o exposición (Fuentes: Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios, European Medicines Agency y Asociación Española de Pediatría):
Hidroxicloroquina: Dificultad respiratoria, cefalea. Disminución del apetito náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal, transaminasas elevadas. Delirios, cambios en el estado de ánimo. Neuromiopatía. Cambios en el color de la piel. Vértigo. Erupción cutánea.
Remdesivir: Cefalea, erupción. Náuseas, transaminasas elevadas.
Metilprednisolona: Cefalea, debilidad muscular mareos, vértigos. Malestar abdominal, aumento de transaminasas. Problemas psiquiátricos, alteraciones del sueño. Manchas en la piel. Aumento de coágulos en la sangre. Aumento del riesgo de infección.
Baricitinib/ tocilizumab: Infecciones del tracto respiratorio superior, tos, disnea, neumonía. Cefalea. Náuseas, dolor abdominal, aumento de transaminasas, gastroenteritis. Embolia pulmonar.
Ivermectina: Fiebre, astenia, mialgia, artralgia. Tos, disnea, dolor torácico. Cefalea, mareos, vértigo, Dolor abdominal, anorexia, náuseas, vómitos, diarrea, aumento de transaminasas. Encefalopatía, convulsiones, dolor, parestesia. Irritación cutánea, erupción. Conjuntivitis.
Vacuna Pfizer/BioNTech (a fecha enero de 2021): Fiebre, mal estar general, astenia, escalofríos, cefalea, mareos, artromialgias. Náuseas.
Cetirizina: Debilidad, fatiga, malestar general. Alteración o pérdida de gusto, dolor de garganta, secreción nasal o nariz tapada. Cefalea, mareos, somnolencia, insomnio, vértigo. Diarrea, dolor de estómago, pruebas de función hepática alteradas. Agitación. Convulsiones. Confusión.
Azitromicina: Fiebre, malestar general, astenia, artromialgias, cefalea. Tos, disnea, dolor en el pecho, respiración sibilante, neumonía. Dolor abdominal, náuseas, vómitos, diarrea, cambios en los enzimas hepáticos. Cambios en el sentido del olfato (anosmia, parosmia); del sentido del gusto (disgeusia, ageusia). Cefalea, mareos, vértigo Inflamación de la garganta (faringitis), nariz congestionada (rinitis). Somnolencia. Confusión, alucinaciones, convulsiones.
Colchicina: Náuseas, vómitos, dolor abdominal, diarrea, alteraciones hepáticas.

Referencias

1Trazas de homeopaticidad en Medicina interna.  Rev Esp Hom, 2001: Nº 11, 19-23.

2Efectos paradójicos: más de homeopaticidad en farmacoterapia convencional. Rev Hom, 2005: Nº 55: 22-24.3La naturaleza como totalidad. La visión científica de Goethe. Henri Bortoft. Atalanta, 2020.

Marino Rodrigo

Médico urgenciólogo

Especialista en Medicina Interna

Máster universitario en Homeopatía

Profesor clínico asociado de Medicina