La medicina naturista hoy

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Confieso que mi escasa formación en medicina naturista tuvo su origen en las informaciones que mi colega, Dr. Gabriel Contreras, me iba suministrando, como sin querer, en las varias ocasiones que, con motivo de impartir algunas clases en los cursos que organiza en el Colegio de Médicos de Málaga, tuve oportunidad de dialogar con él sobre estos temas.

Pronto me di cuenta que la naturalidad, paradójicamente pasional, en sus comentarios topaba con el remoto conocimiento que yo tenía de la medicina naturista; conocimiento lejano porque mi concepción de los fenómenos de la salud y el enfermar los contemplaba desde mi ubicación de médico formado en la llamada medicina convencional o científica, denominación por cierto curiosamente convencional.

Confieso también que aquella ignorancia, que mi pudor me impedía manifestar, me producía cierta confusión porque desde mi otra vocación y formación, la de especialista en medicina preventiva y salud pública, los contenidos de la medicina naturista no deberían serme ajenos.

Fueron todas estas circunstancias las que me instaron a instruirme en alguna medida sobre los principios y metodología de la medicina naturista, intentando rellenar ese vacío en mis conocimientos médicos.

La medicina naturista había sido ajena a mi formación universitaria y de postgrado, y así había permanecido durante todos los años de mi quehacer profesional. Sin embargo, yo no era una excepción: lamentablemente esta disciplina también había estado alejada del contenido de conocimientos de la mayoría de los médicos.

No es ahora oportuno referirme y menos analizar los flagrantes casos de intrusismo aventurero que usurpando funciones y deformando nomenclaturas proclaman reparar la salud de los confiados enfermos produciendo cuando no daños irreparables, pérdidas de tiempo de difícil compostura para formular diagnósticos precoces o prescribir tratamientos oportunos. Todo ello se realiza ante la asombrosa pasividad o complacencia de autoridades que dan la sensación de aplacar sus escrúpulos ante incomprensibles tributos (léase I . A . E . ) . La medicina naturista, la gran desconocida, resulta, por estas prácticas, adulterada, falseada y embargada, realizándose todo este atropello al amparo y con el beneplácito de televisiones públicas que invitan, como «estrellas del debate televisivo», a curanderos que se hacen asiduos a programas y sólo logran confundir a la opinión pública y desvirtuar los mensajes sanitarios que costaron mucho esfuerzo y trabajo elaborar y transmitir. i Lamentable representación! Es una asignatura pendiente que deben aprobar en próximas convocatorias los Colegios de Médicos con la colaboración de las Secciones o Vocalías, en su caso, de Medicina Naturista.

Es posible que toda esta movida haya germinado al haber estado separada, en la formación y en el ejercicio del médico, la medicina naturista de la llamada medicina convencional. Ese es, según mi juicio, el grave error cometido en este asunto desde hace muchos años.

Entiendo que la medicina naturista es una forma propia y peculiar de tratar las enfermedades merced al amplio abanico de posibilidades que ofrece (dietoterapia, terapias físicas naturales, fitoterapia, balneoterapia, etc), y que ha de estar incluida en la nómina de técnicas terapéuticas que para cada proceso existen y se practican habitualmente por parte de la medicina tradicional. Quizás, del simple análisis del concepto de salud (permanente equilibrio dinámico con el ambiente en su triple dimensión física, psíquica y social), se deduzca la utilidad de la medicina naturista al inferirse, de aquel concepto, que el ser humano tiende a mantener su integridad orgánica y a alcanzar unos objetivos (homeostasis y conservación de la función) que son esenciales al hombre.

En cualquier caso, será el médico el que marque de forma metódica el orden de prioridad en la aplicación de aquellas técnicas, entre las cuales, como digo, figurarán las queencuadramos dentro de la medicina naturista. Expresado de otra forma, los modelos terapéuticos de la medicina naturista deben ser un capítulo más del tratamiento de las enfermedades.

Como fácilmente puede deducirse, aún queda un largo camino para llegar hasta aquí, para lograr que en cada especialidad médica se estudien y practiquen, con la adecuada prioridad las técnicas de la medicina naturista. Pero una vez asumida esta necesidad, está claro que su metodología no deberá ya ser exclusiva de lo médicos naturistas, sino que ha de ser conocida y aplicada sobre todo por los médicos de atención primaria y por los restantes especialistas. que jerarquizarán su utilización dentro de las restantes terapias al uso.

Esta, a mi parecer, lógica argumentación se refuerza al recordar que el medio ambiente en su forma amplia (física, psíquica y socio-económica), al actuar sobre el hombre, produce una reacción que puede, en su caso, alterar el equilibrio individuoambiente.

En este mismo sentido hemos de tener en cuenta también los datos publicados en el Informe Lalonde, y otros posteriores, donde se aprecia cómo las variables relacionadas con el estilo de vida y medio ambiente tienen mayor influencia sobre la salud que las relacionadas con los sistemas de asistencia sanitaria y con la biología humana. En este sentido, la concepción de la medicina naturista y la correcta aplicación de sus métodos actúan positivamente modificando impropias desviaciones del estilo de vida, que a su vez, en no pocos casos, ejercen como factor corrector de las alteraciones medioambientales. O, en el sentir del Dr. Palafox, haciéndolo con mentalidad preventivista o «de higiene normativa de la conducta, adecuándola a la peculiar naturaleza de cada uno».

Se comprende fácilmente que estas afirmaciones quedan lejos del modo de a c t u a r a c t u a l de l a m e d i c i n a «convencional», que ha puesto su acento en los avances tecnológicos tanto en el campo del diagnóstico como en el del tratamiento. Hasta no hace mucho tiempo el médico general en los sistemas de salud pública era un mero dispensador de enfermos a los especialistas que los estudiaban de forma parcial. El propio sistema había hecho que se olvidase algo e s e n c i a l : que el hombre es una «totalidad» física y mental que además se f u n d e y m o d i f i c a con s u s circunstancias sociales, laborales y ambientales.

Afortunadamente estas cosas se van modificando y el médico general adquiere una nueva dimensión de responsabilidad y eficacia, rebasando el pequeño espacio físico del consultorio para llegar hasta el ámbito familiar, utilizando, como queda dicho, los recursos terapéuticos más indicados en cada caso y cumpliendo para hacerlo los principios de relación costebeneficio.

Como bien se desprende, la aplicación delos métodos de medicina naturista observan estos p r i n c i p i o s económicos en equilibrio no sólo con los de eficacia y seguridad, sino también con los de satisfacción del enfermo. Un argumento más para introducirlos en la t e r a p é u t i c a h a b i t u a l d e l médico.

Pienso, además, que quizás sea muy propicio, por el propio ambiente, exento de artificios, donde la medicina naturista se imparte, reforzar dentro de su metodología los mensajes sobre información sanitaria y sobre todo de educación para la salud, aunque ya está claro y admitido que este tipo de actuaciones deben formar parte de toda actividad médica o de enfermería.

En resumen, poniendo de manifiesto que no hay enfermedades locales sino generales, que no hay enfermedades sino enfermos y que las reacciones orgánicas durante la enfermedad son expresión de una finalidad útil, considero la necesidad de promover un cambio de actitud respecto a la medicina naturista, que cuenta actualmente con una rigurosa base científica, de tal forma que pronto pueda tener espacio en los contenidos docentes universitarios y adquiera la ajustada y proporcionada dimensión en el arsenal terapéutico del médico, porque dentro de este arsenal , los métodos de tratamiento de la medicina naturista complementan las restantes terapias clásicas, siendo esta actitud válida en todas y cada una de las especialidades médicas.

Dr. Angel Rodríguez Cabezas. Doctor en Medicina y Especialista en Medicina Interna, Medicina Preventiva y Salud Pública. Fue profesor de Microbiología y de Medicina Preventiva en la Universidad de Malaga, Vicepresidente del Colegio de Médicos de Málaga. Fundó y dirigió el Servicio de Medicina Preventiva del Hospital Carlos Haya.

Referencias Bibliograficas

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Publicado en la revista Dynamis en 1998